Sonisphere 2011, Getafe – Por Dentro

El Sonisphere 2011 era nuestra segunda experiencia en este gran festival de música en España. Ya teníamos ganas de repetir la experiencia del año anterior, no sólo por los conciertos que fueron muy buenos, sino por el ambiente en el festival. Y el ambiente se relaciona especialmente con el camping, los tres días que «durmimos» rodeados de metaleros.  Todo forma un conjunto de experiencias realmente divertidas e inolvidables para un festivalero.

LLegamos allí la noche del jueves, bastante cargaditos en el coche, y encontramos el primer problema: no veíamos la señalización del lugar en el que podíamos acampar, así que nos metimos en el mismo lugar del año anterior. Esto fue un error, pues la acampada se había desplazado a otro lugar y nos encontramos solos en medio del pinar. Alguien apuntó la idea de que era raro que no hubiera nadie, y cuando fuimos a explorar nos dimos cuenta de dónde estaba la verdadera acampada. 

Tocaba llevar todas las cosas a cuestas. Evidentemente no íbamos a desmontar todo otra vez, que a esas horas no apetece, así que llevamos las tiendas encima con todas las cosas dentro. La primera noche lo pasamos bastante bien, con ganas de empezar los conciertos del día siguiente. Una vez instalados dimos una vuelta para hablar un poco con la gente. Con un par de tipos nos dimos unos pases con el balón de rugby en un claro y nos tomamos unas cervezas después. El ambiente estaba bien, pero se notaba que no había tanta animación como habría al día siguiente cuando llegase toda la gente.

Empezaban las olas de gritos al final del camping, y notábamos cómo se acercaban a nuestro sector. Eso ya era e camping de siempre. Se empezaban a escuchar letras de Los Mojinos Escocíos El Reno Renardo en algunas tiendas. Unos gritaban el principio y otros las continuaban, y nosotros por supuesto también.

A la mañana siguiente me levanté con la espalda echa polvo, maldita esterilla, el próximo año me compro un colchón hinchable de esos…quetehinches!.

Para desayunar lo mejor son cereales, así que empezamos así el día:

Cosa curiosa fue que la noche anterior pusimos nuestra tienda en un claro, no muy cerca de otras tiendas, y cuando nos levantamos estábamos completamente rodeados de otras tiendas de campaña. La cosa mejoraba por momentos., pero ya nos costaba esperar a ir al recinto del festival. Para hacer tiempo dimos una vuelta por la zona y compramos comida en un supermercado cercano. Después de comer nos fuimos a la cola del festival, donde vimos por primera vez cómo habían preparado el recinto para esta nueva edición:

Buena pinta, buena pinta. Aunque hacía un calor agobiante. Había bastante gente esperando al grupo que habría el festival: Bulleta. No los conocía pero tenía ganas de verlos por ser el primer concierto del día. Nada más ver a ese tipo bonachón con brazaletes de metal y poderosa voz aguda empecé a saltar y chocar con la gente. Sonaban bien, y me gustó para abrir el día. Después Angelus Apatrida, y así hasta la noche que terminó con unos desmejorados The Darkness. Con éstos yo ya estaba tumbado en la arena del Open Air, sin prestar demasiada atención al concierto, ya había dado lo que me quedaba con Slash.

AL volver a las tiendas empezamos una nueva ronda cervecera cantando canciones populares como Semos las niñas de colegio de la Salle Camino Moria. Un colega que vino a pedirnos fuego se fijó en la camiseta de uno de nosotros, con el símbolo de Opeth, y se quedó hablando un buen rato tranquilamente con nosotros. Al fondo alguien decía que vendía pastillas para la garganta, pero bueno, nosotros estábamos bien así que no le dijimos nada.

El segundo día nos levantamos con más ganas aún. Era ese día, Iron Maiden por la noche. Además los conciertos empezaban antes, sobre las 15:00 de la tarde, lo cual no nos sentó muy bien.

En resumen, otro día apasionante, aunque no salimos del recinto desde las 15:00 hasta las 22:00 o así. Muy cansados volvimos al camping para otra noche de olas de gritos y canciones populares.

Había que aprovechar, última noche de camping, y nos sorprendió una costumbre que creará tradición en las posteriores ediciones: la gallumbada. Sí amigos, es lo que estáis pensando. O si no sois tan atrevidos y no se os ha ocurrido os diré que consistía en caminar en calzoncillos por todo el camping. Bastante gente se apuntó bajo el lema no nos mires, únete. La cosa se fue un poco de las manos, y cuando llegamos al recinto del festival los de seguridad pidieron amablemente con las porras en la mano que diéramos la vuelta. Cuando volvimos a nuestra ciudad descubrimos varias páginas en tuenti acerca del evento de la gallumbada.

El domingo nos cerraban el camping, y había que recoger y buscar un sitio para comer.

Fuimos a otro camping cercano donde había un bar-restaurante, y después de dos días comiendo bocadillos de pan bimbo nos encontramos un menú con lentejas, chuletas y postre. Uno de mis colegas entró con la bandera de The Trooper a la espalda, y por nueve euros tuvimos una de las mejores comidas de nuestra vida.

Terminado el festival, y por supuesto, después de tal comida era necesaria una siesta equivalente. Evidentemente  no teníamos una cama o sofá a mano así que improvisamos como pudimos:

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